Hoy, que la competitividad de los negocios y las misiones organizacionales dependen de lograr estructuras menos autoritarias y de mayor cooperación entre los equipos, corren riesgos muy grandes si no integran al género femenino entre sus filas.
Las mujeres no estamos probando nada a nadie, más que a nosotras mismas, buscamos la realización de nuestro ser, lo cual es legítimo para hombres y mujeres.
Como mujer he decidido trabajar porque eso me hace feliz, porque por mi cuerpo circula una adrenalina especial que me hace sentir viva cuando analizo un problema/ realidad en el trabajo, preparo iniciativas de acción o un proyecto para aportar algo significativo a la estrategia, misión o institucionalización de la empresa y luego me llena de gozo ver los frutos que el proyecto trae para la empresa y para quienes reciben esas iniciativas y son parte de mi vida en el trabajo.
En la vida laboral hay grandes satisfacciones para quienes somos felices aportando nuestros talentos.
Hoy, que la competitividad de los negocios y las misiones organizacionales dependen de lograr estructuras menos autoritarias y de mayor cooperación entre los equipos, corren riesgos muy grandes si no integran al género femenino entre sus filas, pues la cooperación y la integración de espacios de interacción comunes, son talentos inherentes a la mujer, sin ser exclusivos de ella. Hombres y mujeres sin duda, no son iguales. Los talentos inherentes al género son diferentes y son precisamente nuestras diferencias las que nos complementan y enriquecen, y juntos hacemos una bomba.
Vivimos en un país de alto índice de masculinidad, y eso no significa que vivimos entre machos; significa que culturalmente pensamos que los hombres deben ser asertivos, duros y orientados al éxito material, y las mujeres deben ser modestas, tiernas y orientadas a la calidad de vida. Y los roles sociales de género así están predefinidos, mientras que, en los países con bajo índice de masculinidad, los roles sociales de género se traslapan y ambos pueden asumir ambos roles, esto, según Hofstede, estudioso e investigador de los ámbitos interculturales. Lo que no se vale es que la mujer ingrese a las filas laborales sin el apoyo de su pareja, no sólo hace falta el apoyo moral y espiritual, sino el apoyo “de facto”, en los hechos y no sólo en las palabras.
Si la mujer trabaja, el hombre también lava platos, cambia pañales, hace biberones y comparte todas las tareas relacionadas al hogar…. todo compartido, así es como sucede en países como Suecia, Finlandia, Noruega, Dinamarca, Holanda, Costa Rica, Chile, entre otros.
Claro que en México, el ingreso de la mujer a la vida laboral acabó llenando de deberes a las mujeres, pero esto es porque los hombres no han sido capaces de crecer a la par de las mujeres.
Qué triste pensar que la mujer sólo puede ser feliz bordando, cocinando o haciendo labores de casa, quienes así sean felices genial y aplaudo a todas las mujeres que han decidido dedicar su vida a las labores de casa, es mucho trabajo el hogar en sí mismo. También admiro a las mujeres que dedican su vida a alguna causa filantrópica o apostolado. El punto es que la dedicación de la mujer, debe ser una opción de Vida que se elige libremente y no debe ser un mandato que nos llega del esposo, de los padres, de la sociedad o de la cultura, por un chip cultural o un mindset que nos traspasan de generación en generación por vivir en un país de alto índice de masculinidad. Cuando no se le permite a la mujer elegir y peor aún no se le apoya en su elección de vida es cuando se vive presa de otras voluntades, porque otros deciden por ella o porque sólo demandan de ella más trabajo por encima del que “le toca“ en casa por ser mujer. ¿Cuántas mujeres son esclavas o peor aún víctimas de abuso en nuestro México?
Esto es un tema cultural, y cultura es todo aquello que como país y sociedad hemos creado juntos, lo compartimos y lo transmitimos de generación en generación.
No se trata de ser feminista, ni estar a favor de mejores espacios para la mujer porque es mujer, sino porque tiene talentos que aportar a los espacios en los que labora. Talentos que al ser diferentes y complementarios aportan gran riqueza.
Quienes tenemos hijas, sabemos que ya están o pronto estarán en la búsqueda de un espacio en la sociedad. Su espacio, aquel que los lleve a ser plenas y felices. Que puede ser en la vida laboral, en la vida del hogar, en obras filantrópicas o en una combinación de diferentes esferas de la vida.
Las mujeres tenemos talentos importantes y complementarios al género masculino y felices las mujeres que deciden aportar sus talentos en libertad de pensamiento y creencias, felices las empresas que logran integrar de manera ágil e inteligente a mujeres entre sus filas, pero más felices aquellas mujeres que encuentran en la vida una pareja que apoya tu opción de vida y lo demuestra con hechos en el día a día.
Viva la mujer que encuentra el espacio que la hace feliz y viva el hombre que puede ser feliz a su lado y apoya con hechos su opción de vida.
Hay mucho por crecer en nuestro México, y aportar en la búsqueda de la realización y la felicidad femenina.
Que hombre y mujer juntos crezcamos y seamos felices, eso es lo que hace falta en nuestra cultura.
Conoce nuestro
Diplomado en Desarrollo de Competencias Gerenciales
Conoce a la autora:
Guadalupe Elena Ramos, es Consultora en Desarrollo Organizacional. Fue Chief Global Human Resources Officer en Ruhrpumpen. Fue Directora de Internacionalización en el Corporativo de la Universidad Valle de México, Vicerrectora de Educación Media Superior y Formación Integral en la Universidad de Monterrey (UDEM), así como Directora de Comunidad Universitaria en la misma universidad. Su doctorado y un Master en Sociología los obtuvo en la Universidad Complutense de Madrid. Tiene Maestría en Administración en la UDEM.