Según un estudio de McKinsey, solo 1 de cada 4 programas de capacitación logra generar mejoras duraderas en el desempeño. Esta brecha entre inversión y resultados nos lleva a una pregunta clave: ¿qué distingue a los programas exitosos de aquellos que no logran el impacto deseado? En muchos casos, la respuesta está en un elemento frecuentemente subestimado en la capacitación empresarial: el diseño instruccional especializado.
El diseño instruccional es más que simplemente crear cursos; es el arte y la ciencia de diseñar experiencias de aprendizaje efectivas. Un buen diseñador instruccional no solo analiza las necesidades de capacitación, sino que también selecciona el contenido adecuado y elabora materiales que se adaptan a diferentes estilos de aprendizaje. Esto significa que se trata de crear una experiencia integral donde los colaboradores no solo adquieren habilidades y conocimientos, sino que también mantienen el engagement y pueden aplicar lo aprendido en situaciones reales.
Sin embargo, muchas veces se minimiza el rol del diseño instruccional en este proceso. Frases como “solo son unos Power Points interactivos, ¿qué tan difícil puede ser?” o “¿podemos hacer el curso en menos tiempo, pero con el mismo contenido?” reflejan una falta de comprensión sobre el verdadero valor que aporta un buen diseño instruccional.
Un diseño instruccional bien ejecutado no solo mejora la efectividad de la capacitación, sino que también se traduce en beneficios tangibles para la empresa, entre ellos:
- Mejora de la retención del conocimiento. Un diseño efectivo puede aumentar la retención del conocimiento en un 25 y 60%. Al estructurar la información en módulos breves y utilizar técnicas interactivas, los colaboradores pueden recordar mejor lo aprendido.
- Incrementa en el engagement. La capacitación diseñada adecuadamente mantiene a los colaboradores interesados y motivados. Incorporar elementos visuales y actividades interactivas no solo hace que el aprendizaje sea más atractivo, sino también fomenta una mayor participación.
- Se adapta a diferentes estilos de aprendizaje. Cada persona tiene su propio estilo de aprendizaje: algunos aprenden mejor visualmente, otros auditivamente o kinestésicamente. Un buen diseño instruccional considera estas diferencias y ofrece múltiples formatos (videos, infografías, ejercicios prácticos) para satisfacer las necesidades de todos los colaboradores.
- Asegura la alineación con objetivos empresariales. Un diseño eficaz asegura que cada módulo esté alineado con las metas organizacionales. Esto significa que cada hora invertida en capacitación se traduce en resultados tangibles para la empresa. Por ejemplo, si una empresa busca mejorar sus ventas, el curso debe enfocarse en habilidades específicas que impacten directamente en este objetivo.
Un excelente ejemplo es el de una empresa multinacional que rediseñó su programa de capacitación para ventas. Al implementar un enfoque centrado en el usuario, crearon módulos interactivos con simulaciones de ventas reales y retroalimentación instantánea. Como resultado, vieron un aumento del 30% en las tasas de cierre dentro de los seis meses posteriores a la implementación.
Otro caso notable es el de una compañía tecnológica que utilizó gamificación en su capacitación sobre administración de proyectos. Al introducir elementos competitivos y recompensas por completar módulos, lograron incrementar la participación del personal en un 50%, además de mejorar significativamente la retención del contenido clave.
Por otro lado, subestimar el diseño instruccional puede tener efectos negativos evidentes:
- Capacitaciones que no resuelven los problemas de desempeño.
- Pérdida de tiempo y recursos en programas no efectivos.
- Desmotivación del personal por experiencias de aprendizaje pobres.
- Falta de métricas claras sobre el impacto de la capacitación.
¿Cómo puedes implementarlo en tu organización?
- Evalúa tus programas actuales:
- ¿Están alineados con objetivos específicos del negocio?
- ¿Cuentan con métricas claras para medir su impacto?
- ¿Se adaptan a diferentes estilos de aprendizaje?
- Involucra a un diseñador instruccional desde el inicio:
- En el análisis de necesidades.
- En la selección de metodologías.
- En el diseño de evaluaciones de impacto.
- Mide resultados más allá de la satisfacción:
- Observa cambios en el desempeño.
- Evalúa mejoras en indicadores clave de negocio.
- Calcula el ROI (retorno sobre la inversión) de la capacitación.
La próxima vez que planees un programa de capacitación, recuerda que el diseño instruccional no es un lujo; es una inversión estratégica que determina el éxito del programa. La pregunta no es si puedes permitirte invertir en diseño instruccional profesional; es si puedes permitirte no hacerlo.
¡Cuidado! No se trata solo de unos Power Points; se trata de crear un impacto duradero tanto en las personas como en tu organización.
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Conoce a la autora:
Yolanda Barquera es Directora de Desarrollo de Talento de IDESAA. Es coach y consultora de negocios en las áreas de desarrollo de talento y análisis de procesos. Tiene una pasión por el desarrollo y los procesos de cambio y le encantan las nuevas oportunidades para seguir aprendiendo. Especialista en el diseño e implementación de proyectos e-Learning.