Tener anhelos se relaciona con lo que se desea y se busca en la vida. Hay aspiraciones muy loables y otras que lo son menos. Por ejemplo, aspirar a encontrar la fórmula mágica para hacerse rico trabajando poco, creo que no es un propósito muy honorable. Tampoco lo es aspirar a vivir con todas las comodidades y sin esfuerzo, por tener la suerte de provenir de una familia con muchos recursos.
Para mí, aspiraciones laudables son aquellas que tienen que ver con aprovechar los talentos personales con los que uno cuenta, o -si eres creyente- los que Dios te ha concedido.
Todos hemos recibido “talentos”: familia, salud, amigos, las características propias de nuestra personalidad. Y también oportunidad de educación, trabajo, creatividad, etc.
Y aquí cabe como anillo al dedo recordar precisamente la “Parábola de los Talentos” que hace más dos siglos nos dejó Jesús. En ella se narra que un amo sale de viaje por un largo tiempo y deja encargados a sus trabajadores, cinco, dos y un talento respectivamente:
Después de mucho tiempo regresó aquel hombre y llamó a cuentas a sus servidores. Se acercó el que había recibido cinco millones (talentos) y le presentó otros cinco, diciendo: ‘Señor, cinco millones me dejaste; aquí tienes otros cinco, que con ellos he ganado’. Su señor le dijo: ‘Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor’.
Aprovechar los talentos es hacer un esfuerzo consciente por mejorar como persona y como profesional, y con ello adquirir las destrezas necesarias para convertirte en el mejor, o al menos para tratar de serlo. Se trata de aspirar a explotar tus talentos y así tener un mayor éxito profesional.
Para ello debes reconocer y asumir con sencillez quién eres, tanto en tus fortalezas como en tus debilidades. Es “andar en la verdad” como decía Teresa de Ávila, por eso es indispensable.
Con el uso de nuestros talentos es válido seguir esforzándonos -y aspirando- a obtener los fines materiales que tradicionalmente se obtienen del trabajo remunerado (abastecer el hogar, dar una mejor educación a los hijos, tener una casa mejor; salir de vacaciones más holgadamente, tener la tranquilidad de una cuenta bancaria, etc.) pues estos no se contraponen a los frutos inmateriales: realización personal, satisfacción, reconocimiento y autoestima. Y en el camino, pongámoslos a trabajar en beneficio de los demás.
Al que trabaja sus talentos, se le confiará mucho más.
– René Mena Seifert
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Conoce al autor:
René Mena Seifert es creador, fundador y CEO de IDESAA, TRUE e-Learning y del Foro Pro-Talento Empresarial. Su especialidad es el diseño e implementación de soluciones de negocio basadas en proyectos de capacitación y desarrollo de talento hechos a la medida de las empresas.